Mi generación no puede quedarse quieta. No podemos concentrar la atención entera en una cosa; el dinamismo vertiginoso del mundo, la tele, el msn, el facebook, el twitter, la vida y el amor se transforman en un reality de cámaras patéticas y absurdas. La seriedad de las tonterías, la esterilidad de las pasiones y la dosificación de las ideas nos marcan un paso exacerbado y zaparrastroso -No sé lo que quiero, pero lo quiero ya!- No porque Sumo no tengo sustancia, es tan buena banda porque puede sintetizarlo y ponerle música a esas palabras.
Mi generación no tiene tiempo, tiempo que perder, donar, ni compartir. El tiempo se compra, se vende y se intercambia, porque no podemos quedarnos quietos, nuestra atención se devora los síntomas de antaño y lo inmediato es tan, pero tan perfecto que nuestras endorfinas se vuelven locas con el placer múltiple de eso que no se acaba, de lo que se multiplica y nos ataca desde distintos lados.
Queremos mucho, queremos más, mucho más. Todo? Eso es poco -todo lo publico en el Facebook, todo tiene 140 caracteres - y eso no es suficiente, porque se siente un poco vacío, un poco llano, un poco común, tan estéril que es enfermante. Por eso necesito más que todo, necesito mucho de todo y de todos para poder llenar las fauces hambrientas y codiciosas. Es que todo es tan poco que grito a todo pulmón y LO ESCRIBO CON MAYÚSCULAS, que es gritar en esta posmodernidad tan gastada de la desesperanza y la tormenta.
Entonces? Entonces, qué es todo? Todo está ahí donde las luces no llegan y las pantallas se apagan. Donde el tiempo no corre, no apremia.
Es que mi generación no puede quedarse quieta... buscando ese puto, putísimo lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario